La demencia puede causar una amplia gama de síntomas que pueden dificultar la alimentación, como el deterioro de las habilidades motoras y la dificultad para comunicarse. Como cuidador, uno de los retos más comunes del cuidado de personas con demencia es asegurarse de que mantienen un apetito saludable. En esta entrada del blog, hablaremos de las causas de la falta de apetito en las personas con demencia y de algunas cosas que puede intentar para que su ser querido recupere el apetito.
¿Qué puede causar una disminución del apetito en las personas con demencia?
Hay muchas razones por las que las personas con demencia empiezan a comer menos. Es más, es posible que su ser querido no tenga la capacidad de comunicar por qué no le apetece comer. Dependerá de ti y de sus otros cuidadores vigilar de cerca su comportamiento para orientaros hacia las soluciones adecuadas para mejorar su apetito. Algunas cosas que su ser querido puede estar experimentando que pueden reducir su deseo de comer incluyen:
- Dolor en la boca, los dientes, la garganta o el estómago
- Efectos secundarios de la medicación como náuseas, malestar estomacal, estreñimiento y letargo.
- Falta de actividad física (una menor quema de calorías durante el día puede provocar naturalmente una falta de apetito).
- Dificultad para masticar y/o tragar
- Fatiga (el cansancio puede hacer que las personas con demencia no coman o se rindan a mitad de la comida. También pueden tener dificultades para concentrarse en una comida hasta terminarla).
Consejos para mejorar el apetito de su ser querido
Una de las formas más eficaces de fomentar el apetito en las personas con demencia es hacer que el momento de la comida resulte cómodo y familiar. Establezca una rutina con comidas a la misma hora, en el mismo lugar, todos los días. Asegúrate también de que tu ser querido esté cómodamente sentado, con la mesa a una altura adecuada y la comida al alcance de la mano. Procure no sobrecargar el plato con demasiada comida: lo mejor son las raciones pequeñas y medianas.
También es importante tener en cuenta las preferencias y necesidades de su ser querido y adaptarse a ellas en la medida de lo posible. Por ejemplo, en las fases avanzadas de la demencia, conseguir una dieta perfectamente equilibrada puede ser menos importante que mantener a su ser querido nutrido y fuerte. Puede que tengas que limitarte a algunos alimentos reconfortantes que sabes que les gustan. Por el contrario, a algunas personas con demencia se les abre el apetito cuando a la hora de comer hay una variedad de alimentos con diferentes colores, texturas y olores.
Es posible que también tenga que tener en cuenta las limitaciones físicas de su ser querido. Las personas con demencia pueden tener dificultades para tragar o para comer ciertos tipos de alimentos, como la mantequilla de cacahuete pegajosa o la sopa caliente. Cortar los alimentos en trozos más pequeños puede ayudar. También puede ser eficaz cambiar a alimentos más blandos o alimentos fáciles de comer con los dedos.
El apoyo social durante las comidas es otra táctica que puede hacer maravillas con el apetito de su ser querido. Comer junto a familiares u otros cuidadores puede proporcionar una sensación de compañía y contribuir a crear un ambiente agradable y relajado. A veces, hablar de comida y de buenos platos del pasado puede abrir el apetito.
Por último, es importante recordar que las personas con demencia pueden experimentar cambios en su apetito a medida que avanza la enfermedad. Es importante colaborar estrechamente con los profesionales sanitarios para vigilar el estado de salud de su ser querido y hacer los ajustes necesarios en su dieta. Si su apetito sigue disminuyendo, hable con su médico.